Una forma de vida es una manera de hacer cosas. Cuándo estas formas de vida se convierten en tecnológicas, “enfrentamos nuestro medio ambiente en interfaz con los sistemas tecnológicos…, las formas de vida se convierten en formas a distancia…, y …la comunicación es el vínculo conector”. /Scott Lash)
Cuando uno se detiene a observar cuales hábitos han cambiado en los últimos 15 años, creo que podría decir todos, porque aunque en mayor o menor medida hemos sido invadidos por la tecnología. La tecnología está en todas partes, ha penetrado y modificado todas nuestras actividades, nuestro entorno.
A partir de la globalización todo en nuestras sociedades y en sus relaciones está configurado por las comunicaciones y por ende atravesada por las TIC.
Surge una nueva cultura planetaria, nuevos modos de socialización, entretenimiento, producción y consumos culturales. La tecnología digital desarrolla sistemas de información más veloces, más potentes, crea nuevos formatos que permiten ampliar las posibilidades de procesamiento, almacenamiento y transmisión de información que asociados a Internet abren un abanico de posibilidades, un mundo paralelo, el virtual, con internautas y su cibercultura.
Sin embargo las tecnologías no tienen capacidades intrínsecas que conduzcan por sí solas a la mejora en la calidad de la vida de las personas, simplemente son instrumentos y su influencia sobre las sociedades y sus relaciones depende de los usos sociales y de diversos factores políticos y económicos, no tecnológicos.
A partir de la obra de Lash, “Críticas de la Información” en su capítulo “Formas tecnológicas de vida”, empezamos a entender estos nuevos entornos en su multidimensionalidad. Es la era de la conectividad, dónde, en palabras de “Muñoz,2006:XX”, “… todo parece organizarse en torno a redes,… donde todos podemos conectarnos con todos, personas o máquinas, donde los perímetros y las jerarquías quedan muy diluidos y donde, además, el valor global es muy superior, de orden exponencial, a la suma de sus componentes. Una red, al igual que un cerebro, puede llegar a tener vida propia, inteligencia, capacidad de aprendizaje [...]”
Se trata entonces de diseñar nuevos entornos con nuevas alternativas, proyectos que permitan escenarios donde se efectúen interacciones individuales en comunidades de práctica, aprendizaje en grupos, como explica “la teoría de la cognición distribuida (Salomon, 1998), cada miembro del grupo se especializa en una función que pasa al grupo y, en ese sentido, la capacidad total del grupo se distribuye entre los miembros.
Desde esta perspectiva, urge la necesidad de utilizar en las escuelas Internet, como entorno natural donde socializar, interiorizar, exteriorizar y combinar el conocimiento existente o crear nuevo. Para lo cual debería implementarse masivamente, el uso de servicios y aplicaciones bajo estándares de software libre, a fin de concientizar a las futuras generaciones acerca de “la importancia estratégica que los bienes comunes intelectuales de carácter común/libre tienen para la diversidad cultural, la innovación y los valores democráticos.” … “Se aprende estudiando, haciendo, experimentando, produciendo, creando y re-creando la cultura común”…. “No hay mejor forma de aprender que produciendo los mismos bienes intelectuales que hacen posible el aprendizaje.” (Ariel Vercelli – Aprender la libertad: El diseño del entorno educativo y la producción colaborativa de los contenidos básicos comunes. – 2006)